Contenido

Newsletter

Las novedades de
ESTO NO
ES UNA REVISTA
están a un click de distancia
de tu casilla de correo

Contactos

Escribinos un mail
Seguinos en Facebook
Seguinos en Twitter


Ediciones
Anteriores


 

Primero va el comer, luego va la moral
Bertolt Brecht

Sabores

Hay palito...

En esta ocasión, y dado que por los buenos aires se va yendo el calor –aunque para cualquier época no esté mal un palito, tacita, bombón...helado– vamos a revelar la receta de una golosina un tanto más caliente, unos palitos –también llamados chupetines– de muzzarella que nos ha transmitido el señor Julián.

Elegir una deliciosa muzzarella y cortarla en cubitos. Pasarlos por harina y luego pasarlos por huevo batido –condimentado con sal, pimienta y, si gusta, también orégano– empanar uno a uno con pan rallado y clavarle el palito. Freírlos en abundante aceite hasta que estén dorados. Ojo, si se los deja mucho tiempo ¡¡explotan!!
Servirlos en un bowl con salsa –pomarola o alguna otra que invente, puede ser con queso crema y aceitunas picaditas– y...a degustar!! Bon appetit.

Fatto in casa: chivito a la parrilla

El marco geográfico es inigualable: desde la mesa se ven las sierras, hace calor y el sol está haciendo punta en el cielo. Norberto, nuestro anfitrión, arma el fuego, adoba el chivito y, paciencia zen mediante, se ocupa de supervisar la cocción en las brasas. Durante el transcurso de un par de horas, irá humectando la superficie del chivito con una rama fresca de romero que cortó de una planta de su finca y a la cual embebe en un menjunje de limón y aceite de oliva y vaya a recordar uno si algún otro condimento más. Como corresponde a una buena cocción en la parrilla, va a ritmo lento y fuego constante, regado, asador y acompañantes, con algunos ricos tintos.

A pleno sol, en el mediodía puntano, el chivito ya presenta un color dorado, tiene aspecto crujiente y los comensales son llamados a la mesa. En esa casa, famosa en los alrededores por los panes caseros y las empanadas y las pizzas al horno de barro que Susana, la dueña de casa, cocina con una destreza digna de un canal gourmet, una de las delicias típicas de la provincia de San Luis voló de los platos. Huelga decirlo: comimos hasta quedar pipones pero con ganas de volver a trepar montañas, flotar en la pileta y darle una segunda vuelta al chivito en tan grata compañía.