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Cuando un hombre ama lo bello, ¿qué es lo que desea? Que lo bello pueda ser suyo
Platón

Miradas


The Chester Dale Collection: Parte 2
Plastica

Chester Dale fue un banquero estadounidense que se casó con Maud Murray, pintora y crítica de arte, quien lo introdujo en la idea de dedicarse a la colección de obras de arte. En 1941, Dale donó parte de su colección de pintura francesa de los siglos 19 y 20 a la National Gallery of Art de la ciudad de Washington. Devenido exitoso coleccionista y benefactor de las artes, fueron unos cuántos los que retrataron al propio banquero, entre ellos Diego Rivera y Salvador Dalí. Esta mera mención da la pauta de la magnitud de una colección que, después de su muerte, pasó en su totalidad a engrosar el patrimonio de la mencionada galería. ESTO NO ES UNA REVISTA presenta la segunda parte de la selección, por gentileza de la National Gallery of Art.

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Abelardo Morell
Fotografías

Hay artistas cuyas obras hablan por sí; construcciones estéticas que adquieren la apariencia de una entidad propia. En esos lugares simbólicos del mundo anda el fotógrafo Abelardo Morell, cuyas series Camera Obscura y Alice in Wonderland, junto a sus retratos de libros y a sujetos superpuestos a obras de arte, le conceden el lugar de ser uno de los fotógrafos más interesantes de la actualidad. Por cortesía de la Bonni Benrubi Gallery de New York, les presentamos una selección de la traza onírica de este gran artista.

Abelardo Morell, La Habana, 1948. Reside en Estados Unidos desde 1962. Multipremiado, sus obras engrosan las más importantes colecciones públicas y privadas.

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La mujer que canta

por Diego Singer

La película comienza con el tema You and whose army? de Radiohead. Inmediatamente hay que reacomodarse en el asiento aunque uno ya sospeche que la incomodidad va a ser imposible de salvar, mientras Thom Yorke canta con lentitud exasperante “You forget so easily/We ride tonight/Ghost horses” y un niño de siete u ocho años clava su mirada descarnada directamente en nosotros, sus ojos que ya no preguntan. Es el kairos, el instante preciso en que se inscribe la violencia.

El sintagma “una pesada herencia” siempre me pareció tautológico. Claro que el peso se comienza a percibir en vida, pero alcanza su consistencia definitiva sólo con la muerte. Por eso es que desde allí parte la narración, de la escena en la que la madre muerta habla, profiere órdenes. ¿Qué otra cosa podrían decir los muertos? ¿Desde qué clausura los vivos podríamos imponer nuestra voz? El testamento sólo cobra valor en la muerte, porque es incontestable. Ella dice "Entiérreme sin ataúd, desnuda y sin oraciones, con la cara vuelta hacia la tierra". Hay algo maldito en su cuerpo y en lo que muchos llaman los frutos del cuerpo de la mujer. Ella dice "Los hijos son como un cuchillo en la garganta que no nos quitamos fácilmente". Es un secreto a voces.

No es casual que Sigmund Freud fuera tan afín a las tragedias griegas, particularmente a la obra de Sófocles. En las relaciones familiares más primarias hace su aparición lo trágico. Antígona sufre el tormento de no poder enterrar a su hermano. “Mira si conmigo quieres compartir sufrimientos y trabajos” le dice a su hermana Ismene. Vano intento de compartir el peso de la herencia. ¿Cómo hacer que descansen definitivamente los muertos? Esa es la historia trágica de Antígona, no se trata de una tensión irresoluble entre la ley divina y la ley de la ciudad, se trata de cargar ella sola con toda la herencia. La tragedia griega muestra hasta qué punto hay lo inevitable. Antígona es la hija de Edipo y todos sabemos bien qué es lo que ha acontecido en Tebas con Yocasta. Edipo ha engendrado hijos y hermanos sin saberlo. Y así dice Creonte una vez enterado: “tan pronto como sea posible, métanlo en casa; porque lo más piadoso es que las deshonras familiares sólo las vean y escuchen los que forman la familia.” De allí que el testamento indique generalmente una herencia hacia el interior del núcleo familiar, hacia los hijos. El secreto que todo padre guarda. Se trata, por supuesto, de una cuestión económica, pero no en la acepción tradicional sino en el sentido griego de oikos y nomos, de la ley que rige en una casa. Es una regulación en el orden de la tensión endogamia/exogamia. Definamos entonces de una vez qué es una tragedia: la mostración de lo irreversible. En otras palabras, es el signo de la muerte. Después de ver esta película uno tiene la impresión de haber asistido a una tragedia griega, así de grave es la afectación en el cuerpo propio.

Buena parte de la historia de la madre ocurre en algún lugar indeterminado de Oriente Medio. Espacios tomados por la violencia doméstica y sectaria: nacionalismos, terrorismos árabes y cristianos, pueblos arrasados por venganzas de uno y otro bando. Las guerras aparecen como el dispositivo máximo de la exogamia. En ellas el enemigo, el infiel, el extraño es apropiado e incorporado de diversas maneras. En algunos casos el canibalismo. En segundo lugar, pero con abrumadora mayoría numérica, la violación de las mujeres. También la apropiación de los chicos. Sabemos mucho de esto en nuestra historia, por eso la película duele localmente en ciertas ocasiones, a pesar de su lejana geografía.

La violación termina siendo endogámica y Edipo resulta no ser tan extranjero como él mismo creía. Las fronteras entre lo propio y lo extraño se diluyen. Muertos, víctimas, torturadores, hermanos y ella. La mujer que canta.

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Uruguayos... y una yapa

por Verónica Miramontes

No cualquier viaje a Uruguay emprenden estos dos hermanos. Se dirigen al país vecino a despedir a su padre que ha muerto. Allí se encontrarán con la última mujer de éste, con sus cenizas, con algunas respuestas y con otras tantas preguntas que quedarán sin saldar, sin saber. Uruguay se plantea casi como un terreno mítico, tierra donde la gente está más contenta, es más feliz, o por lo menos eso es lo que les ha dejado saber ese padre, quien una tarde se encontró con una joven artesana de la cual se enamoró y pareciera que allí hubiera encontrado todo el sentido de la vida. Sus hijos se debaten si tirar las cenizas al mar como ha sido su último deseo o llevárselas con ellos a Buenos Aires, a Chacarita, quizás para tenerlo más cerca, quizás para de algún modo contagiarse de la vitalidad de sus últimos tiempos, quizás para ir en contra del deseo de su padre.

Con una puesta muy sencilla sobre un muelle de madera estos 3 actores logran armar interesantes y bellos momentos expresivos, donde el debate sobre la vida y la muerte es entre ellos y a la vez interno en cada uno de los personajes que en buena hora se plantean algo que probablemente modifique el curso de sus vidas.

Este espectáculo formará parte del festival ESCENA 2011, a realizarse desde el 28 de Septiembre al 8 de Octubre, organizado por la asociación Espacios Escénicos Autónomos. Esta asociación está compuesta por 18 salas independientes que vienen pujando hace ya tiempo para poder armarse sus lugares en un momento donde la gestión de habilitaciones es un tanto complicada, y lo vienen logrando, unidos en la lucha se van abriendo paso. Este festival además contará con la presencia de la obra “Un Museo. Poca historia.” en la cual tengo el orgullo de trabajar como asistente de dirección. Para más información sobre las obras, talleres y charlas del festival les dejamos aquí el link a la web: http://www.festivalescena2011.com.ar.

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Pequeñas actrices en pantalla grande
por Tadeo Martínez

Si hay algo que en materia de cine no falta son las niñas bonitas: simplemente infantes, adolescentes, o, con la debida inocencia, una “femme fatale” convertida en un producto tierno y adorable. Si bien es algo que no falta en la gran pantalla, encontrar a una verdadera niña bonita que cautive el corazón del espectador y se lleve la ovación del público, es otro desafío. Si uno se remonta a la niñez o a la adolescencia se encontrará con muchas jovencitas iconos de la “pantalla de plata”, pero aquí repasaremos los papeles de pequeñas actrices haciendo lo que mejor saben: ser adorables.

Abigail Breslin en Little Miss Sunshine
Si tengo que recordar lo que el número de la revista significa, instantáneamente me viene a la cabeza el personaje de Olive Hoover (Abigail Breslin) en “Pequeña Miss Sunshine”. La película tiene su eje en lo bonito y lo no bonito, mostrando a una niña que desea ser partícipe de concursos de belleza aunque las “fichas” no estén a su favor. Sacando las características básicas de la película (tener un espléndido humor y  ser una road movie) encontramos un personaje conmovedor y altamente tierno, la que sólo quiere sentirse linda y ser aceptada por su forma de ser. Definitivamente, en Little Miss Sunshine se encuentra el perfecto ejemplo de La niña bonita.

 

Mara Wilson en Matilda
Mas de un adulto, y la mayoría generacional de niños y adolescentes, ha visto Matilda alguna vez. La película se convirtió en un símbolo cultural, en una de esas películas a las que, si uno dice tener infancia, “debe”, cuanto menos, haber echado un vistazo.
El filme combina muchos aspectos, tanto adultos como infantiles, llenando una historia turbia y sombría de magia y alegría. Ver la película puede llevarte de la felicidad a la angustia en una zambullida rápida. La truculenta historia de Matilda (Mara Wilson) puede tanto helar los huesos como verle un lado positivo a las cosas que le pasan a la protagonista, siendo así un ejemplo de optimismo y fe en un mejor mañana para una vida llena de complicaciones. Tal vez exagerando aspectos de la vida cotidiana, la joven niña nos muestra lo que una sonrisa y la alegría pueden cambiar en la vida.

Lindsay Lohan en The Parent Trap
“Juego de gemelas” (también conocida como “Tú a Londres y yo a California”) es otra película simbólica para la generación de adolescentes y jóvenes adultos actuales. Aquí no tenemos una, si no dos niñas bonitas interpretadas por la misma actriz. Más de uno en su infancia había caído en la trampa que el arte del cine les tendió.  Con efectos de computación (ahora explotados al máximo) hicieron que Lindsay Lohan se transformara en Hallie y Annie, haciendo un doble sueño de ternura la experiencia de ver una película basada tanto en mentiras como en la familia y la hermandad. Convengamos que no es una de las películas más brillantes de todos los tiempos e, incluso, puede ser muy tonta en ciertas circunstancias, pero no se trata de calidad, sino de carisma.

Muchas jovencitas más podrían entrar en esta lista a la que no considero un podio. Pero si de recuerdos se trata, estas niñas seguro serán una marca de nostalgia en más de un lector.

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