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La música es la aritmética de los sonidos, como la óptica es la geometría de la luz
Claude Debussy

Sonoridades

Los 5 grandes de Stevie Wonder
por J. Martínez

Entre los años 1972 y 1976, Stevie Wonder urdió una de las mejores tramas pop que dio la música estadounidense de las últimas décadas. En ese breve lapso, vieron la luz –valga la paradoja de estas palabras con la ceguera del Sr. Maravilla–, 5 álbumes que son considerados el «período clásico» del músico de Michigan. Acertada definición para un período en la obra en la que suma una propuesta arriesgada y renovadora + una ajustada lectura de la época (su signo de los tiempos) + el plus (muchas veces inexplicable) que proyecta una obra sobre épocas venideras. Si a eso le sumamos el gran talento del creador y un público que lo convierte en un éxito de ventas, la combinación es explosiva. Como mucha de la música de Wonder. 5 discos clásicos que operan como un todo y al cual no encuentro mejor modo de exponer que haciendo una breve lista de sus apuestas:

  • a la experimentación sonora: a lo largo de los discos se escuchan entramados estructuras y sonidos esenciales (blues, rythm & blues, funk, soul, gospel); alusiones a la música de sus contemporáneos y trazas de lo que luego vendrá de la mano de sus discípulos y sucesores en el tiempo, muchos de ellos negros y músicos y exitosos como Wonder.
  • a la experimentación técnica: Stevie Wonder armó los dos primeros discos de la saga superponiendo capas musicales, ejecutando la mayoría de los instrumentos (cuando no todos), reemplazando registros acústicos (orquestas) por artilugios (las mencionadas capas)... De lo que se desprende que, al momento de componer, la obra estaba en su cabeza, de punta a punta, orquestada, sonando antes de ser. Como Beethoven, Mozart, Piazzolla...
  • a la construcción de un discurso popular: comprometido con algunas causas sociales y de reivindicaciones de la raza negra, su lectura política no ha estado ausente en su obra, como tampoco ha estado ausente un discurso amoroso que provoca la rápida identificación de quienes lo escuchan.
  • a la construcción de una música tan exquisita como exitosa: nuestro gran orfebre del sonido, fue galardonado con 14 premios Grammy entre 1973 y 1976, a excepción de 1975, año en el cual Wonder no editó discos. Anécdota: en 1975, el Grammy al mejor disco fue a las manos de Paul Simon quien, en su discurso de aceptación, le agradeció a Wonder su ausencia en el mercado ese año.

Músico precoz, arribado al sello Motown a los 11 años, grabó varios discos hasta que el contrato caducó al cumplir los 21 años de edad. Entonces se plantó y logró lo que sólo Marvin Gaye había logrado: conseguir un total control sobre la producción de sus discos, desde el momento de la concepción hasta la edición. En la cocina de Motown lo que se respiraba era un verticalismo editorial que, signo de los tiempos, no dejaba en manos del artista el pulido final de las grabaciones. En ese sentar posición, empezaron a gestarse sus mejores discos, los que dejarían una marca de obra y le abrirían la puerta a un período comercial muy fructífero pero menos arriesgado.

Hagamos un breve recorrido por las 5 joyas engarzadas por Wonder para la construcción de un sonido que, de él en más, fue, es y será, parte de la vida de millones de personas en el vasto mundo.

Music of my mind (1972)
Primer álbum del período clásico donde Stevie es el dueño de la pelota, de punta a punta: tocó todos los instrumentos en todos los tracks, a excepción del trombón en un tema y el solo de guitarra en otro. Además compuso todas las canciones, las arregló, las produjo... ¿Algo más? Sí: profundizó el uso de sintetizadores, allanó el camino para su próxima excursión musical, puso la piedra basal de uno de los sonidos más característicos de la música contemporánea y desató ligaduras y prejuicios respecto del Rythm & Blues. Virtudes todas que, es cierto, cobran su real dimensión con los otros 4 álbumes en la batea.

The talking book (1973)
Imperdible disco de cabecera para amantes del funk & el soul, que tantas alegrías le diera al sello Motown. Incluye el temazo –y  gran hit del disco– Superstition, originalmente escrito por Wonder para el guitarrista británico Jeff Beck (incluido en Beck, Bogart, Appice) y que la Motown sugirió incluir en Talking Book. Gran sugerencia, por cierto, ya que la versión del viejo Jeff no le va en saga a un tema que comienza con uno de los más potentes riffs que ha dado el pop. Talking book e Innervisions son el comienzo la serie de premios Grammy del período clásico de Wonder.

Innervisions (1973)
Album cuyo título puede pensarse como una torsión de sentido: más allá de las directas y claras invocaciones a la meditación trascendental, el alma y otras prácticas orientales, las visiones interiores a las que alude son la relectura que el propio Wonder hace del momento social y político en el que está inmerso en esos años. Drogas, descomposición social, luchas por los derechos de la población negra, los finales de la guerra de Vietnam... Innervisions es un disco crecido a la sombra del fracaso del sueño sesentista de un mundo mejor y más justo. Si algo de suspense le faltaba al mito, 3 días después de la edición de este disco, Stevie Wonder tiene un accidente automovilístico por el cual queda 4 días en coma...

Fulfillingness' First Finale (1974)
Nueva vuelta de tuerca en la vida musical de Wonder. Con una inevitable referencia a la finitud de la vida, Fulfillingness' First Finale es el disco más oscuro de la serie, evidentemente empapado de sus preguntas después de su paso por el estado de coma. Sin embargo, el brillo de su música y cierto eco optimista no dejan de atravesar este disco. 

Songs In The Key Of Life (1976)
Después de un año de no sacar discos al mercado, el viejo Stevie se despachó con este álbum doble, en el cual termina de pulir la propuesta estética de los 4 anteriores, con el cual cosechó más premios y a partir del cual se abre un nuevo período en su vida: una cosecha comercial que le dio al mundo, sediento de melodías mainstream, una calidad inusitada para el mundo del éxito musical. Si el período clásico necesitaba un cierre acorde con su desarrollo, Songs In The Key Of Life es tanto final como punto cumbre.

Thunder | S. M. V.

Victor Wooten (integrante de Béla Fleck and the Flecktones), Stanley Clarke (bajista, entre otros, de Return to Forever) y Marcus Miller (el bajista que le imprimió su sonido a la banda de Miles Davis), vencieron cualquier prejuicio sobre cómo 3 enormes bajistas podían conformar una banda que sonara compacta, homogénea y cuya puesta en sonido tuviera las características reconocibles de los tres. El resultado es Thunder, único disco de esta verdadera alianza, en el cual se los escucha con las habilidades puestas en la construcción  musical, quedando reducido a nada cualquier viso de disputa egocéntrica. Que hayan elegido las iniciales de sus nombres de pila, seguramente, tiene que ver más con esa idea de identidad en común que con cualquier otra coincidencia divertida que la sigla SMV pueda tener. Ideal para auriculares y algún acompañamiento de esos que hacen más grata la escucha.

Heads Up | 2008

Escuchar Thunder

Los niños que escriben en el cielo
por Van Gogh i Tysson

Para la pasada guerra, Nike estrenó el eslogan «Escribe futuro». Entro en las casas de mis amigos y parientes a pedirles a los que estarán para escribirlo –los niños– que elijan su canción preferida. Y esto es lo que saco.

  • Liam, que a su cortísima edad ya cruzó varias veces el océano, me deleita con su versión en guitarra de su tema favorito de Tam Tam Go, «Voy cruzando el río», del disco Espaldas mojadas (EMI,1990).
  • Julia rebusca entre sus pocos recuerdos y elige el único disco (en septiembre comienzan a grabar el próximo) de un grupo de teatro llamado Mundo Arlequín.
  • Mora, que desoyendo la orden de alejamiento impuesta por autora de la canción (Analía García) a la puericultora que la popularizó (Adriana), no para de escuchar «El Sapo Pepe».
  • Manu se reconoce tan fanático de los Beatles que no puede elegir un tema en particular.
  • Ofelia que, como buena folcklorista, suele enmarcar su carita entre dos trenzas de color (negro) se castiga con la zamba campera: «Carpas de Salta» cantada por Los Nocheros.
  • A Simón le pasa lo que a Manu pero con un insecto bastante más pequeño y más dañino: escoge cualquier tema de Los Piojos.
  • Cordelia, al año de la muerte de Fernando Peña, se inclina por el tema de cierre de El Parquímetro: «Tomorrow», cantado por Aileen Quinn.
  • Dante, que como muchos de nosotros no tiene un amigo palestino, tira la primera piedra y prefiere «Intifada» de los vallecanos Ska-P (Incontrolable, 2002).
  • Agustina, animalera vieja, se decanta por «Bicho de ciudad» de Los Piojos, que con dos fans se convierten en los triunfadores de la noche.
  • Franco, con quien comparto el gusto por el jazz, elige algo de rock psicodélico que yo solía disfrutar (pero en vinilo recien salido de la prensa) cuando tenía la edad que él ostenta hoy: «Dogs» de Pink Floyd (Animals,1977).
Por último, dos que han dejado pasar su cuarto de hora para ingresar al reformatorio y se toman su tiempo para entrar a la UBA:
  • Ángela, que emigró de su país natal para encontrarse con «Canción de amor» de Lisandro Aristimuño (por cierto, muy linda su pagina web: lisandro.biz), del disco Azules Turquesas (Los años luz, 2004).
  • Y Nicolás León, que vuelve de ensayar con los T&F, y se pone funky con «Stanton Hits the Bottle All» del disco Kooked Out! del baterista Stanton Moore (Fog City Records, 1998).

Finalizada la guerra reina la paz

Esta vez de las manos de Niño Josele (quien tenga la capacidad de disfrutar de la música de Calamaro, ya lo conocera por la «Ranchada de los paraguayos») y de su disco Paz (Calle 54 Records/Limon Records, 2006), que encara la difícil tarea de –siendo un guitarrista flamenco– ocupar el taburete de un pianista (y compositor) tan gigante como lo es Bill Evans. Confirma, además, que en sus irsutas y negras cabelleras, los gitanos no tienen un pelo de tontos. Y como prueba de ello, ahí les va la lista de los 11 que salen a jugar el partido: Niño Josele (g); Estrella Morente (voz); Freddy Cole (voz); Marc Johnson (contrabajo); Horacio el negro Hernández (percusión); Joe Lovano (st); Tom Harrel (tp); Jerry González (tp); Javier Colina (contrabajo); Fernando Trueba y Javier Limon (producción). El resultado son 11 clásicos de Bill Evans abordados desde distintas formaciones: 3 solos; 4 dúos; 3 tríos y 1 cuarteto. Que como se puede leer en la contratapa del disco, «... es una carta de amor de Niño Josele a Bill Evans...» , y a todos nosotros. Vean el clip del tema que abre el disco, «Peace Piece» ilustrado por Javier Mariscal (responsable del arte de tapa). Nosotros nos vemos el mes que viene. Buenas noches.

Illinois | Sufjan Stevens

Illinois es el segundo disco de una sucesión proyectada de 50, que tiene como eje temático a los estados que componen eso que se ha dado en llamar EE. UU. Idea alocada, pretensiosa y fantástica de un joven músico en cuya música confluyen los cuentos fantásticos con la realidad (entendida como pasado, presente y futuro) más cruda de una sociedad cuyos frutos van de delicadas dulzuras hasta amarguísimos sabores. Así es como compone temas en un arco que va desde un viaje con amigos a Chicago; la fantástica The Man of Metropolis Steals Our Hearts que remite a la novela de Thea Von Harbou, inmortalizada por su marido Fritz Lang en celuloide y a Superman; o la conmovedora John Wayne Gacy, Jr., en torno a la figura del siniestro y tristemente célebre serial killer yanqui, conocido como “Pogo, el payaso asesino”, animador de fiestas infantiles culpable del asesinato de 33 niños... Una propuesta riesgosa; mezcla de inocencia juvenil, ironía y creencia que Sufjan Stevens traduce en melodías, que van desde remansos armónicos y placenteros hasta muy puntuales distorsiones y zumbidos, de esos de los cuales no estamos exentos en este mundo. El disco tiene acción residual: se agranda de principio a fin; crece en las escuchas sucesivas y tiene puntos altísimos que producen unas enormes ganas de ir a por más. Sufjan Stevens hace una fuerte apuesta al desafiar a sus oyentes: dejarse seducir por el viaje sónico y degustar un disco que es como una golosina muy fina.

Asthmatic Kitty Records | 2005

Escuchar Chicago

One more once | Michel Camilo

Escuchar a Michel Camilo tocar su piano es un placer de esos que se disfrutan toda la vida. El camino musical del dominicano ha tenido tres desafíos:

1. ser un músico culto: de una formación tan rigurosa que le ha permitido trabajar como director invitado de la Orquesta Sinfónica Nacional de la República Dominicana o la Orquesta Filarmónica de Londres, entre otras sinfónicas y filarmónicas;

2. ser un músico popular: no sólo porque sus discos han tenido un gran éxito de ventas, sino que, también, ha sido reconocido con los grandes premios del mercado (que no siempre tolera a la academia...), entre ellos el Grammy (1983 por Why Not! y 2000 por Spain, junto a Tomatito), el Emmy (1987 por The Goodwill Games Theme), el Oscar (1995 por el soundtrack de Two much de Fernando Trueba); y

3. hacer del latin jazz una música con entidad de tal: como en toda fusión, lo que destaca es, como en este caso, lo que hace uso de sus componentes diversos como herramienta para provocar una novedad y no una mezcla, una argamasa fofa; cosa a la que es muy proclive la llamada música latina -que no es más que una espesa confusión de lo latino con lo caribeño.

Michel Camilo no solamente ha salido airoso -y con margen- de los tres desafíos. Los ha convertido en el material con el que construye su música. y One more once es una prueba fiel de ello.

Columbia | 1994

Escuchar One more once