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El arte es el hombre agregado a la naturaleza
Vincent Van Gogh

Miradas


Producción: Silvana Muscio
Nacho Iasparra
Fotografías

Nacho Iasparra tiene la virtud de conjugar de muy buen modo los principales elementos que hacen de la fotografía algo más alla del registro de una imagen: la luz, el color, las líneas y las perspectivas. Herramientas con las que transforma la vida cotidiana en un suceso artístico.


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Producción: Silvana Muscio
Fernando Brizuela
Acuarelas

Animales salvajes, que se contraponen con la finura de las acuarelas de Fernando Brizuela, componen la fauna con la que el autor arma un zoológico de bestias en reposo.


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Luis Brandoni | Entrevista
por Horacio Garcete

Convocado por ESTO NO ES UNA REVISTA para repasar dos películas que protagonizó en los años ‘70, Luis Brandoni dio testimonio de las alternativas del rodaje de ambas, gestadas y estrenadas en esos años; tiempo cuya evocación pareció decidir al entrevistado a orientar la charla celebrada en el café El Socorro del barrio de San Nicolás, al terreno político que, como es sabido, no le es extraño en lo absoluto.

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Cómo estar juntos | Diego Manso

por Verónica Miramontes

Arrolladoras verdades circulando por debajo de un sostén que pende de un hilo, y se sabe….Y nadie quiere enterarse.

La muerte a veces tan devastadora puede ser tan vivificante en algunos casos, la posibilidad de perder como un modo de comenzar, como un digno final elegido donde un vacío se abre. Estar juntos no es siempre el mejor modo de sostenerse en la vida. Aun estando juntos hay modos de poder separar/se, de buscar nuevas formas de amor; por uno mismo, por el otro.  “Amor es siempre buscar la forma” dirá uno de los personajes.

Un exilio no solo político, un lugar a donde huir de lo que falta. Tapones de pastillas que callan palabras inscriptas en un cuerpo que nadie se atreve a leer.

“Cómo estar juntos” se desarrolla con muy buenas actuaciones a través de todos estos temas. Un sólido texto puesto a jugar en actores que lo revalidan, resonando, rebotando entre la risa irónica, la conmoción por lo que sucede, el silencio y una canción.

El Camarín de las Musas | Mario Bravo 960 | Almagro | CABA | Argentina
Tel: 4862-0655
Viernes a las 23:15 hs. Compartir en Facebook      Compartir en Twitter


Los ganadores son...
por Tadeo Martínez

Si podemos decir algo para resumir fácilmente este año de premiaciones hollywoodenses, esas palabras pueden ser: una gran gala.

Hacía tiempo que no estaba armado todo tan meticulosamente. Con un gran repertorio desplegado de películas, actores, compositores y trabajadores del ámbito que hicieron que la pasada noche del 27 se convirtiera en un gran repertorio de largas y tensas horas de nominaciones estrechas y ganadores bien merecidos, entre los cuales no había gran diversidad de películas pero sí gran cantidad de nominaciones para algunos de los puntos calientes que hicieron furor en la taquilla en los últimos meses.

Si bien las expectativas y los favoritos se modificaron con el pasar de los meses, ciertas preferencias quedaron fijas. En un principio parecía que The Social Network (Red Social) ganaría todo lo que estaba apostado sobre la mesa, llevándose gran cantidad de los grandes premios que ofrece la Academia, pero con el correr del tiempo y estrenos de fuerte competencia esa cierta fiebre social se amainó, dejando las puertas abiertas al despliegue de nuevas historias que contar, con un extenso repertorio de grandes actores y temas que tocar.

Fuera de películas como Inception (El Origen), Toy Story 3, y True Grit (Temple de Acero), las otras películas nominadas a, nada mas y nada menos, el gran premio de Mejor Película, dejaron el sombrero de la imaginación y fijaron los pies en la tierra mostrando historias cotidianas con un mensaje fuerte en cada una de ellas. Tanto The Fighter (El Ganador), The Social Network (Red Social),  The King’s Speech (El Discurso del Rey), y 127 Horas, son películas basadas en hechos reales que mostraron, de una manera fiel, esos relatos que inevitablemente quedaron escritos en tinta, tanto en el cine como en la historia en sí.

La crítica eligió como su favorita a mejor película El Discurso del Rey, una predicción que esta vez fue acertada tanto por una gran multitud de gente del cine como por simples consumidores de éste. La película de Tom Hooper fue la gran ganadora de la noche, con 4 estatuillas en los premios más fuertes que brinda la academia, entre ellos Mejor Actor (Colin Firth), Mejor Película, Mejor Director y Mejor Guión Original. Si bien la película tuvo la misma cantidad de victorias que El Orígen, el filme escrito y dirigido por Christopher Nolan, tuvo mejor recepción en cuanto a premios técnicos como Mejor Fotografía, Mejor Sonido, Mejor Edición de Sonido y Mejores Efectos Visuales.

Desde hacia ya varios años que no se producía ese momento de incertidumbre a la hora de que el presentador anunciase “Y los nominados son...”; en ese momento, con esos pequeños fragmentos de grandes actuaciones y grandes performances, uno quedaba varado en medio de un dilema personal teniendo al menos dos grandes opciones que elegir, entre las cuales –por alguna simpatía o una franja muy fina que dividía ciertos aspectos– terminaba escogiendo una de las opciones. Si bien los premios Oscar venían decayendo en el ultimo tiempo y la producción de cine tenía una gran diferencia entre un producto y otro, este año se mostró una excepcional competencia en la cuál, como se dijo, fue simplemente muy difícil escoger. Compartir en Facebook      Compartir en Twitter


Temple de Acero | Joel & Ethan Coen
por Javier Martínez

A lo largo de un cuarto de siglo, los hermanos Joel y Ethan Coen han producido y dirigido una serie de películas que, en gran mayoría, son sencillamente de un orden superior. La construcción de una obra que pone de manifiesto la singularidad (en tanto irrepetible) de un modo de narrar. Que se desliza de sí mismo. Que evidencia los riesgos de asumir nuevas formas para el relato. Que desmorona lo antes hecho para poder construírse en tiempo presente. Casi la totalidad de las veces les sale bien y de esa apuesta salen grandes películas; algunas pocas patinan y vuelven para reinventarse; para reinventar su cine; para hacer novedad una larga trayectoria.

Temple de acero es una de esas que engrosan el amplio crédito de la dupla fraterna. En esta ocasión, como es de público conocimiento, el film es un western en el cual una esmirriada adolescente de 14 años busca vengar la muerte de su padre en manos de un joven bandolero escurridizo. Pero no es un western cualquiera, es un western con todo lo que un western de 2011 debe tener:

  • un muy particular sentido de la justicia: todavía en esa época, la justicia estaba sostenida y validada por la prevalencia de la imposición física por sobre el sentido común. En los inicios del film vemos al comisario Reuben Cogburn declarando en la corte por la muerte de 2 miembros de una familia y la milagrosa salvación de un tercero que se ampara, paradojicamente, en la propia ley. Allí, el personaje, magistralmente interpretado por Jeff Bridges, hace un descargo en el cual sostiene su ataque a tiros a fuerza de olvidos, posibles alternativas que lo complicarían pero que no puede asegurar, por lo tanto son inexistentes e imposibles. Cuando el fiscal le pregunta a cuántas personas mató duda entre 12 y 15 pero cuando lo apuran precisa que fueron 23 y se desencadenan un par de desopilantes gags
  • tentaciones y represiones: mientras la jovencita Mattie Ross (una impecable Hailee Steinfeld que se postula como la próxima mimada por los grandes de Hollywood) duerme por fin sin la presencia molesta de la abuela Turner, el ranger de Texas al que sólo se conocerá por su apellido La Boeuf (puesto en carne por un acertado Matt Damon) duda besarla. Esa sola duda instala algo que nunca más se insinuará en la película pero que se infiltra a lo largo de ella
  • suciedad y dientes negros: lejos de las impolutas imágenes de amplias sonrisas blancas de la época de oro del cine yanqui, los personajes adolescen de lo que el registro histórico certifica; cuerpos deteriorados, donde ciertas podredumbres avanzan; cuerpos para los que la higiene era algo secundario
  • severas dosis de una violencia salvaje: en una cabaña Cogburn intenta que dos tipos, "un evangelista y un hijo de puta" ,como se autodefinen, le den una pista del bandolero "Lucky" Ned Pepper, cosa a la que ambos se niegan, aunque el más joven de ellos, herido de bala, cede ante la presión psicológica que el comisario le aplica. El otro, que intenta que se mantenga en silencio, saca un cuchillo con el cual le corta los dedos de una mano que el joven tiene apoyada en la mesa para luego clavárselo en el pecho. La respuesta de Cogburn es pegarle un tiro en la cabeza y lograr que el moribundo apuñalado confiese el lugar donde el badido se encuentra
  • un sentido férreo del honor y la palabra: bandidos sanguinarios que no dudan en matar son capaces de sostener su palabra aún en situaciones en las cuales nadie los obliga, in situ, a cumplirlas. Quien ha empeñado su palabra debe actuar en consecuencia y nada ni nadie debe torcer esa proción de destino
  • armas, polvo, tabernas, diálogos soeces, personajes increíbles, ahorcamientos, pieles rojas, caballos y todos los ingredientes para un western, como el aceite, la sal y el limón no le faltan a una buena ensalada.

Con unas líneas de guión que desbordan ingenio, humor, sentido de la tragedia y unas imágenes que llegan a rozar lo onírico, los Coen se anotaron un nuevo poroto en el gusto de los espectadores.

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Kindergarten | Jorge Polaco
por Horacio Garcete

22 años debieron transcurrir para que las personas mayores de edad de un país de democracia todavía adolescente tuviéramos la posibilidad de ver en los cines Kindergarten, censurada al momento de su realización por decisión judicial bajo los cargos de corrupción de menores y atentado al pudor. La derrota de los oscurantistas que el estreno de la película supone, debe ser celebrada y por eso –quizás sólo por eso- esta columna recomienda pasar por la curiosa experiencia del Kindergarten de Polaco. Coincidimos, por lo que decíamos, con el propio director, quien al presentar en el último Festival Internacional de Cine de Mar del Plata dijo de su filme: “(Kindergarten) [e]s una película que no está pensada ni para gustar ni para no gustar. No tiene este tipo de parámetros, por lo cual no creo que haya mucho que entender. Por el contrario, creo que nos podemos acercar mejor a la película si nos prestamos a esa red de ambigüedades y aperturas que plantea.”

Es honesto y preciso Polaco: si su cine en general es de difícil aprehensión, Kindergarten exacerba esta característica. Quien quiera interpretar la obra tendrá asegurada la claudicación; la confusión es el motor y el sentido de un filme que por sobre todas las cosas persigue la provocación con relativa eficacia: el registro subido y concupiscente de Kindergarten, que endereza la narración hacia la provocación permanente, en estos meses de 2011 no mueve el amperímetro del escándalo con la intensidad de 22 años atrás.

Así, poco se entiende de todo lo que se sucede en una trama intrincada y oscura: si algunos proponen que se desarrolla en un jardín de infantes (por motivos ostensibles), aquí no somos tan contundentes. Sólo sabemos que las principales secuencias se juegan en un palacete sórdido habitado por Graciela (Graciela Borges); su madre anciana la abuela (la gran Luisa Vehil, en su despedida); en un altillo de la casa, el padre (en verdad su cuerpo embalsamado) a quien Graciela rinde homenajes, le conversa, lo saca a pasear en silla de ruedas; mansión merodeada por un hermano freak (Alejandro Urdapilleta, en su salsa). Graciela convive de a ratos con Arturo (Arturo Puig), ambos retroalimentando sus insanias, padre de Luciano de unos ocho años de edad (Luciano Sanguineri, la piedra del escándalo) forzado a vivir en ese antro en el afán de sustituir a su madre muerta (Elvira Romei) por Graciela.

La trama, entonces, gira alrededor de las obsesiones de los personajes centrales (dueña de casa-pareja), en particular del sujeto principal de tales perturbaciones –el niño Luciano–, quien será exhibido al desnudo a lo largo de casi toda la película. Desnudos que se juegan a diestra y siniestra: una decena de niños de la edad de Luciano (incluido él, por cierto) dándose un baño con el sistema de riego del parque de la casona; otro del niño coprotagonista compartiendo una tina con Graciela; dos ancianos corriendo con todo al aire por los pasillos de un geriátrico, lugar de internación de Margotita (Margot Moreyra, debilidad de Polaco), adonde Arturo pretende confinar a la abuela Vehil; otros tantos desnudos de Arturo, de Graciela y de la amante de aquél.

En medio de la vorágine los intérpretes hacen lo que pueden: Vehil y Urdapilleta se destacan; Graciela Borges sale airosa mediante una performance notable, en cambio Arturo Puig, no encontrará nunca el tono y el modo. En suma, celebramos la exhibición de la estrafalaria Kindergarten, cuyo estreno comercial traduce un feliz –y costoso– triunfo de la libertad de expresión sobre la intolerancia y sus personeros que han estado, que están, que seguirán estando, en acecho constante.

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