No sólo de la caza y de la pesca vive el hombre, pero la experiencia de lidiar con uno de los llamados tigres de río y cocinarlo pocas horas después hacen que la experiencia de la autoprovisón de alimentos intersecte con delicias para el paladar. Que la secuencia comience con una lombriz que se usa para pescar a la mojarra que se usa para pescar a ese maravilloso pez que es el dorado, no hace sino ubicarnos en el ultimo lugar de esa breve pero, resultados en el plato, fundamental cadena alimenticia. Si bien vale comprarlo ya limpio en la pescadería, la pesca de propia mano le da un sabor adicional. Ese que nos muestra algunos ribetes tan arcaicos que ha dejado de pertencer a nuestra vida ccotidiana. En la oportunidad en cuestión, el dorado fue cocinado de una forma tan sencilla como eficaz: frito en aceite de oliva, ya sea cortado en postas (el modo más recomendable) o en filetes. Acompañar con papas hervidas y alguno de esos vinos que nos gustan mucho y que le dan al instante un brillo particular.

Visitar a la familia Vanoni suele deparar gratas sorpresas gastronómicas. En una de esas ideales noches de verano en las que la brisa le da un descanso al cuerpo, el dueño de casa se arremangó la camisa y se puso manos a la obra para deleitarnos con unas exquisitas milanesas acompañadas de la estrella de la noche: una tortilla de papas con todas las de la ley y a la cual pedimos a punto babé, ese famoso modo de cocinarla en el que queda jugosa por dentro. Dada la cantidad de comensales que estuvimos alrededor de la mesa, hizo falta una docena de huevos batidos hasta que la espuma cubrió el recipiente que los contenía, una incontable cantidad de papas cortadas a la española, chorizo y ají morrón en cantidades considerables. Inténtenlo en sus hogares, acompañen con charla con amigos y algunos buenos tintos. Si para finalizar la jornada se corona con una ensalada de frutas casera y unos brindis con vodka de papa o ese increíble licor de hierbas que es el Jägermeister, habrán estado cerca de experimentar lo que con cariño aquí se cuenta.

Cada 1ro. de febrero, las cortinas de El Pobre Luis se abren después de un mes entero de vacaciones. Es un buen momento, entonces, para ir al encuentro de una de las mejores parrillas de la zona norte de la Ciudad de Buenos Aires. Al mando, claro está, se encuentra el mentado Pobre Luis Acuña, parrillero uruguayo que desde hace unos siete años se instaló en la esquina de Blanco Encalada y Arribeños, barrio de Belgrano. Un muy lindo edificio naranja, una ex-fábrica en la que abundan el vidrio, los hierros y los ladrillos, colmada de camisetas de fútbol, algunos de cuyos jugadores e hinchas suelen ir a degustar de la parrilla charrúa. Recomendadas las pamplonas de lomo, las mollejas de corazón, la provoleta, el chorizo y los bifecitos uruguayos, acompañados por verdaderas papas fritas bastón, batatas fritas o alguna de ellas al plomo, más ensaladas varias, las cuáles pasan a un segundo plano cuando llegan a la mesa las porciones de carne. El Pobre Luis hereda una particularidad que está íntimamente ligado al fútbol: o lo querés o lo odiás. Por eso, cerramos con un sincero y fuerte No me importa lo que digan / lo que digan los demás...

El Pobre Luis | Arribeños 2393 | Belgrano | CABA | Argentina
Tel: 4780-5847 | 4782-4488